El Vía Crucis en el camino de La Piedad

El Vía Crucis en el camino de La Piedad

Por Mercedes Sanz de Andrés

El Vía Crucis es una devoción centrada en los misterios dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los episodios más notables de la Pasión. La difusión del ejercicio del Vía Crucis ha estado muy vinculada a la Orden franciscana. Pero no fue San Francisco de Asís quién lo instituyó tal como lo conocemos, si bien, San Francisco, acentuó y desarrolló la devoción a la humanidad de Cristo y en particular a los misterios de Belén y del Calvario. Los franciscanos llegaron a la ciudad de Segovia en 1250 y su historia ha estado ligada a la procesión de los flagelantes y a la “visita de las cruces” o “Santo Vía Crucis” del que se encargaba la Venerable Orden Tercera de San Francisco porque su carisma era el de la “mortificación y penitencia”. Los franciscanos tenían como precepto “andar el Vía Crucis para visitar el Santo Calvario yendo en forma de comunidad”. 

El primer Vía Crucis que conducía hasta el cerro de La Piedad, era de madera y fue sustituido por el actual conjunto de catorce cruces, talladas en granito desde 1674 hasta 1679 e impulsado por la Orden de San Francisco. Este Vía Crucis comenzaba en el hospital de Sancti Spíritu y finalizaba en el cerro. A este camino se le conocía como Camino de La Piedad. Cada una de estas cruces fue costeada por cofradías, particulares o instituciones de la ciudad. Fray Carlos de Andrea, fraile franciscano, solicitó al Ayuntamiento de Segovia la ayuda en la realización de este Vía Crucis con la aportación de una de la cruces[1]. El Concejo aceptó y fue el cantero Domingo Vélez quién talló esta cruz cobrando por su trabajo 2100 reales de vellón[2]. La descripción y patronazgo de cada una de las cruces ha sido estudiada por don Alfonso y don Luis Ceballos-Escalera Gila en su estudio “Un insólito monumento heráldico: El Vía Crucis del cerro de La Piedad de Segovia”.

En él recogen las inscripciones talladas en cada una de las cruces. La primera estación se encuentra frente a la iglesia de San Millán y fue costeada por la Venerable Orden Tercera de San Francisco. En ella está labrada el escudo de la Orden, es decir, el brazo cruzado de Cristo con el de San Francisco. La segunda estación, frente a la Comisaria, pertenece a la Orden de los Carmelitas con el Monte Carmelo coronado de la cruz y las estrellas. La tercera cruz con el emblema heráldico de sus donantes. La cuarta cruz con las armas de la Ciudad. La quinta cruz costeada por la Congregación Seglar de San Agustín. La sexta cruz, en el cerro de La Piedad, pertenece a la Junta de Nobles Linajes de Segovia. La séptima cruz, frente el Hospital General, es propiedad de Toribio Martínez, capitán de Infantería Española, residente de la parroquia de San Miguel y de su esposa Isabel Vélez de Guevara. Otra cruz, en el cerro de La Piedad, fue costeada por el Cabildo de la Catedral. La novena estación se hizo a expensas de la Orden Tercera de San Francisco. La décima estación, fue removida de su emplazamiento pues se encuentra en el muro que rodea el jardín de la iglesia de San Millán y fue financiada por la Orden Tercera. Otra cruz tiene una escritura ilegible. En el cerro tenemos otra cruz a expensas de la Esclavitud de la Soledad. Finalmente, el Calvario costeado por las congregaciones de La Merced y de la Victoria.

Hasta las cruces de La Piedad también acudía en procesión la Esclavitud del Santo Vía Crucis que fue erigida en 1693 por el obispo Fernando de Guzmán y se fundó en la desaparecida ermita de San Roque. La ermita de La Piedad dependía de la ermita de San Roque –propiedad municipal- y como se encontraba en ruinas en 1679, la Esclavitud se trasladó y pasó a depender de Sancti Spíritu –en 1573 estaba en manos del Ayuntamiento de Segovia- y posteriormente pasó a la iglesia de San Juan de los Caballeros. Entre las obligaciones de la Esclavitud se citan, entre otras, el cuidado a los hermanos en la vida y en la muerte y la visita y la procesión del Calvario todos los domingos de cada mes. Esta misma Esclavitud era la encargada de escenificar anualmente el Descendimiento de Cristo de la cruz y lo hacía desde este lugar espiritual llamado de La Piedad[3]. Como telón de fondo, el perfil de la ciudad de Segovia en su dulce vivir.

Ermita de Nuestra Señora del Tránsito y La Piedad

El cerro de La Piedad, inmediato a la ciudad de Segovia, es uno de los lugares más emblemáticos y espirituales de la ciudad y tomó su nombre del camino que conducía hasta él, espacio conocido como “las cruces”. En su origen, la ermita estaba bajo la advocación de Nuestra Señora del Tránsito añadiéndose, en el siglo XVII, la devoción de La Piedad. Esta ermita fue mandada construir por el rey Enrique IV en 1456. Como se observa en el dibujo de Anton van den Wyngaerde (1562), era una pequeña ermita, cubierta con teja segoviana y una espadaña. Esta ermita necesitó de importantes reformas a inicios del siglo XVII. En ella intervino en 1607 el arquitecto Pedro de Brizuela[4]. En 1683 la Ciudad libró al hospital de Sancti Spíritu 200 reales para la obra de Nuestra Señora de La Piedad en poner una urna –quizá para la imagen de Nuestra Señora del Tránsito o Dormición de la Virgen, propiedad municipal- con otros cien reales para la obra[5]. En 1730 el ayuntamiento –patrono de la ermita- vuelve a intervenir en algunos reparos y propone cambiar las imágenes de la ermita hasta el hospital de Sancti Spíritu[6].

En 1746, Carlos del Sello, administrador del hospital, presentó un memorial al ayuntamiento, informando del estado de ruina que amenazaba a la ermita[7]. El 29 de marzo de 1746, José Márquez, presenta al ayuntamiento un informe realizado por el maestro de obras Domingo Díez, sobre su mal estado. En este momento, el Ayuntamiento solicita a Carlos del Sello que demuestre el patronazgo municipal de la ermita a lo que contestó que: “En el poder que se dio para la administración del hospital de Sancti Spíritu se le encarga también el cuidado de ella por ser anexa y constar de un pleito que se halla en el archivo del citado hospital que por haberse querido introducir a administrar los santos sacramentos el cura de la parroquia de San Millán a los pobres del hospital y sus criados, ocurrió el señor Andrés de Riofrío, administrador que era en el año de mil quinientos ochenta y quatro, haciendo defensa y ofreciendo información de que Santo Domingo de Silos y dicha ermita, eran anexos de la encomienda del citado hospital y que el señor obispo de ocho años a aquella parte había desanexado de su propia autoridad sin dar parte a la ciudad como patrona”[8]. En 1785 continúan las reparaciones y el ayuntamiento pagó a Isidoro Pérez, maestro de obras, 456 reales y 25 maravedíes por obras en la puerta de Santiago y en la ermita de la Piedad.

El 5 de abril de 1788, Miguel de la Cruz y Losas, provisor personero del ayuntamiento informa de que la ermita estaba en muy mal estado, con un agujero “por donde con facilidad pueden introducirse por él todas las personas que quieran” y solicita que se informe al administrador Isidoro Gómez, Capitán del cuerpo de Artillería y Joaquina Aguilar, para que la arreglen o bien se derribe[9]. Don Isidoro, entre otras investigaciones que él realiza en su familia, propone a la Ciudad que al hallarse la ermita en un estado deplorable, mande la ciudad a reconocerla para proceder posteriormente a su derribo y si  deducidos los gastos del derribo, quedase algún dinero de lo obtenido por los materiales del derribo, se le entregase para invertirlo por el bien de las almas de los predecesores del mayorazgo de los Aguilar[10]. Antonio Ortiz, maestro y fontanero mayor de la ciudad, fue el encargado de reconocer, el 17 de abril de 1788, el estado de ruina de la ermita e informó que podían obtenerse de su derribo unas quinientas tejas y algunas maderas[11]. La ermita se sacó a subasta pública el 18 de abril de 1788. Los pregones fueron dados por Juan García Carnero y a la subasta se presentaron los maestros Antonio Sanz que pujó con 10 reales, José Rodríguez con 150 reales, José Arango con 325 reales, Andrés Nieva con 350 reales y finalmente, mejoró la puja José Arango con 370 reales, a quién fue adjudicada la demolición, aprovechamiento de materiales y acondicionamiento del terreno de la ermita de La Piedad[12]. El 30 de septiembre de 1788 el Ayuntamiento entregó los 370 reales obtenidos de la subasta del derribo de la ermita y 134  maravedíes del valor de un trozo de terreno que se concedió al carpintero Fernando Riesgo, vecino de Segovia[13]. En el cerro de La Piedad se reedificó tiempo después la actual ermita es de planta cuadrada y está rematada por una pequeña cúpula que recuerda o evoca la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. En la puerta de acceso hay un gran medallón con las armas de la Ciudad de Segovia en alusión al patronazgo municipal.

Conclusiones

La ermita conocida popularmente como ermita de La Piedad, tenía en su origen la advocación de Nuestra Señora del Tránsito, es decir, la Dormición de la Virgen. El sobre nombre de La Piedad viene dado por el camino del Vía Crucis que llegaba hasta ella. La ermita, de fundación real, dependía de la ermita San Roque y desaparecida ésta, al hospital de Sancti Spíritu, ambos municipales. La presencia de esta ermita y las cruces del Vía Crucis, cumplen en primer lugar una función litúrgica, seguidamente paraliturgia o devocional y finalmente escenográfica por la representación de la Pasión de Cristo. La forma arquitectónica actual, evoca al Santo Sepulcro de Jerusalén, aunando en este cerro, el Calvario y el Santo Sepulcro. Podemos decir que este espacio es el “Gólgota de la ciudad de Segovia”. Este Vía Crucis es, junto con la Catedral y el Cementerio municipal, los tres patrimonios que han sido construidos y costeados con la aportación de los segovianos. Desde lo alto de este cerro, la ciudad de Segovia palpita a sus pies.


[1] AMSg. AC-1048. Actas 1674-1676, fol. 93. Sesión de 29 de mayo de 1674.

[2] AMSg. AC-1048. Actas 1674-1676, fol. 406.Sesión de 5 de noviembre de 1675.

[3] Garcí Ruiz de Castro nos habla en su obra de 1551 que En esta ciudad hay una calle que eran los gascones quienes representaban cada año la Pasión de Cristo.

[4] AMSg. AC-1021. Actas 1607-1611. Sesión de 26 de octubre de 1607, fol. 78.

[5] AMSg. AC- 1052 Actas 1683-1686). Sesión de 23 de octubre de 1683, fols. 189-190.

[6] AMSg. AC- 1069. Actas 1729-1736 fols. 322-323.

[7] AMSg. AC-1075. Actas 1745-1747, fol. 488.

[8] AMSg. AC-1075. Actas 1745-1747, fols. 519 y 520.

[9] AMSg. Actas 1117. Año 1788, fols. 217-218.

[10] AHPSg. Protocolo 3265, fols. 345-346.

[11] AHPSg. Protocolo 3265, fols. 348 y 348 vto.

[12] AHPSg. Protocolo 3265, fols. 352-352 vto.

[13] AHPSg. Protocolo 3265, fol. 353 vto.