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Los niños, protagonistas en la procesión./KAMARERO

Con la mirada puesta en el cielo y el mal precedente de las suspensiones de los actos del Viernes de Dolores y del sábado, las cofradías segovianas abordaron el Domingo de Ramos con temor y temblor, tal y como San Pablo recomendaba a los cristianos de Filipo que trabajaran por su salvación en  el capítulo tercero de la carta recogida en el Nuevo Testamento.

En este caso, el temor  a una nueva y desagradable presencia de la lluvia hizo peligrar la celebración de la ‘Procesión de las palmas’,  pero  el debilitamiento de la borrasca ‘Hugo’ que estos días ha atravesado la península hizo posible el pequeño milagro de poder disfrutar de una mañana en la que en algunos momentos llegó a brillar el sol tímidamente entre las nubes, pero que no consiguió caldear una fría mañana en la que la temperatura apenas superó los siete grados a la hora del inicio de la procesión.

Una vez despejadas las dudas, el guión litúrgico de la procesión se desarrolló tal y como estaba previsto, iniciándose con la bendición de palmas  en la vecina iglesia de San Miguel, donde el obispo César Franco fue el encargado de asperjar la multitud de palmas, cogollos y ramos que tanto los representantes de las cofradías como los segovianos llevaron para recrear la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén días antes de su Pasión.

Tras la bendición, el cortejo procesional se trasladó hasta la catedral, donde en el altar mayor se ofició la solemne Eucaristía presidida por el prelado segoviano y concelebrada por el Cabildo Catedral. En los primeros bancos, los hermanos mayores de las cofradías segovianas y la alcaldesa Clara Luquero, junto a una representación de ediles del equipo de Gobierno y de la oposición, participaron en la celebración religiosa.

En su homilía, el obispo de Segovia destacó la festividad del Domingo de Ramos como el pórtico a la Semana Santa, y recordó que la conmemoración de la Pasión de Cristo  “está representada en todos nosotros, ya que gracias a su muerte nosotros los cristianos podemos esperar la salvación”. Además, invitó a los segovianos a vivir los días del Triduo Pascual “con piedad, oración e intimidad con Dios, sintiéndonos protagonistas  y siendo solidarios con quienes hoy se reproduce en sus vidas el sufrimento de Cristo por la fe o por otras causas nobles”.

Tras la misa,  comenzó la procesión litúrgica pasadas la una de la tarde, donde la imagen de ‘Jesús entrando en Jerusalén’  surgida del cincel del recordado maestro escultor José María García Moro estuvo acompañada por los guiones y estandartes de las cofradías segovianas, portadas por sus cofrades más jóvenes, y por las autoridades locales y provinciales. La banda de cornetas y tambores de la Hermandad de Nuestra Señora la Soledad Dolorosa y la Asociación Cultural Unión Musical Segoviana pusieron la música durante la procesión que se desarrolló en un ambiente de recogimiento entre los centenares de segovianos y turistas que presenciaron el desfile procesional.

Aunque no fue un consuelo, las cofradías pudieron esbozar una leve sonrisa al concluir la procesión del Domingo de Ramos, confiando en que la tregua del tiempo se extienda a lo largo de la semana que hoy empieza y permita exhibir el trabajo realizado a lo largo del año para hacer esplendente una Semana Santa de Interés Turístico Nacional

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